31 de mayo de 2009

Miguel D'Ors - Calendario perpetuo




El lunes es el nombre de la lluvia
cuando la vida viene tan malintencionada
que parece la vida.

El martes es que lejos pasan los trenes
en los que nunca vamos.

El miércoles es jueves, viernes, nada.

El sábado promete, el domingo no cumple
y aquí llega otra vez -o ni siquiera otra:
la misma vez- la lluvia de los lunes.


De "La música extremada"
Miguel D'Ors
Santiago de Compostela / España - 1946

27 de mayo de 2009

Rene Roca- La brisa de Pablo

Si a tus ojos convenzo,
es la brisa.

Si mis palabras te seducen,
es la brisa.

Si los otoños son ocres
y los inviernos helados,
es la brisa.

Si dos niños se besan
inundados de rubor,
es la brisa.

Si el poeta versea
tristeza en la noche,
es la brisa.

Es la brisa
la que empuja tus pasos
y fija las huellas.

Es la brisa
la que desabraza el calor
antes de que cese tu aliento

Es la brisa
la que desnuda los cuerpos
y los bendice amantes

Es la brisa
que se disfraza de olvido
cuando el tiempo reclama

Es la brisa
la que contrae mi voz
cuando digo te quiero

Es la brisa
la que al odio disipa
y así escucharte por dentro

Es la brisa
que en constante murmullo
te da fuerza y te mima.

Es la brisa
la que Pablo escribió
en sus versos más tristes.

26 de mayo de 2009

Edgar Bayley - No puedo decirlo de otro modo

Vendrá un día un día vendrá un día
habrá un día
una mañana
y tendremos lo que fuimos somos
hubo un día
una marsopa
un escabel un pámpano en el aire
no puedo decirlo de otro modo

cuando me pongo a conversar sobre estas cosas
mi intención es ser muy claro y muy resuelto
no puedo decirlo de otro modo
vendrá un día un día vendrá un día
una mañana
y todo será muy claro y muy despierto


Edgar Bayley
Argentino (1919-1990)



25 de mayo de 2009

Que vuelvas

Por Diego Karnoubi

Y cuando haya pasado
cuando todo haya pasado inclusive
haya pasado, y tu alegría
y tus ojos hayan pasado
entonces, detrás de las cosas
pediré que vuelvas.

Permiso para hablar




Pido permiso para hablar, y pretender que sus oídos escuchen el silencioso peregrinar de mis palabras ya es demasiado para una noche como esta. Tal vez no tenga mucho que decir pero crea que este poco de sensación sirva de algo, clarifique la noche con nubes que el horizonte dibuja desde las alturas de esta ventana que es la que me ofrece panorama de la ciudad hermosa en la que vivo. Será Buenos Aires culpable de tanto de lo que me toca sentir? Cuanto egoísmo hay en adjudicar culpas sin detenernos a mirar el espejo de nuestras vidas. No puedo culpar a la ciudad de mi inestable proceder. No puedo culpar a su gente de esta noche. Estoy yo, la ciudad, mi lugar y cada palabra que puede se diluya en el abismo de estrellas nubladas sin que nadie se acerque siquiera por un segundo. Y asi será entonces el resultado de mis actos... nuestros actos. Hay alguien más?

24 de mayo de 2009

Preludio de lo que sigue

Por Diego Karnoubi

Sentarse, tener ganas de decir algo pero no saber como. Las veces que hasta no sabemos qué queremos decir, pero está esa necesidad de contar, algo que nos excede y no nos permite caminar por la calle sin hacer temblar cada pensamiento. Y no es posible atormentar con artilugios de ilusionista a la voluntad incontrolada de nuestro revolucionado pensar, ni corriendo desesperado por la calle, ni escondiéndonos detrás de una columna para que no nos encuentre; ni siquiera metiéndonos debajo de la frazada. Allí estará, paciente, perseverante, incómoda.

Entonces, cuando aceptamos que no siempre tenemos la capacidad de traducir esos excesos en palabras, nuestras palabras, buscamos a quien haya logrado trepanar los muros de lo imposible para que cuente por nosotros. Y con humildad debemos aceptar que no siempre tenemos las palabras indicadas para explicar lo que allí aguarda ser contado. Y con admiración hablamos con sus palabras y dejamos al silencio sólo ser interrumpido por sus sonidos...

Mario Benedetti - Estados de ánimo




Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas

unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano

a veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas

pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones

una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces

sereno en mi confianza
confiado en que una tarde
te acerques y te mires
te mires al mirarme.

23 de mayo de 2009

De paso te digo

Por Diego Karnoubi

¿Adónde está el límite entre lo que creemos, lo que deseamos y lo que los demás están dispuestos a aceptar de nosotros? ¿Adónde está la línea que divide y pone límites a nuestra voluntad, esa que nos dice que no es la hora o el momento, o que el color es otro y la lluvia o los miedos? ¿En qué parte de la historia se escribirán las palabras que dijimos demás y las vidas que dejamos en el camino por no haber encontrado el momento preciso de vivirlas? ¿Cuan grande será nuestro fracaso y hasta dónde llegará el orgullo de haber tomado una o dos desiciones acertadas?

Y son preguntas que esperan respuesta, consejo, complicidad. Es un alarmante pedido de ayuda para lograr descifrar el nudo que se hizo a través de los años y no hace más que perturbar mi ánimo.

Desorientado por completo no logro ubicar en tiempo y espacio mis pensares y lograr que coincidan con sus miradas. Es una completa falta de responsabilidad de mi parte saber que todo lo que he dicho ha sido lo correcto en equivocadas instancias. Cada mirada buscada fue encontrada un rato después de lo conveniente. Cada silencio replegado dejado en el lugar de gigantescas necesidades de sin charlas y me extendí las horas inevitables atando de letras la angustia de quién sólo tenía necesidad de escapar.

¿Adónde está la valentía de afrontar las consecuencias? ¿Cuál hubiera sido tu reacción si en vez de reirme hubiera llorado tu presencia? ¿Cuánto te debo por haber consumido el tiempo de tu espectante sonrisa aguardando todo aquello que nunca te diría? ¿Hasta dónde me seguías con la mirada? ¿Hasta dónde te seguía ilusionado?

¿Y sin ilusiones?

22 de mayo de 2009

Y el silencio...

Por Diego Karnoubi

Desde el silencio me desperté a la madrugada con la idea que todos se habrían ido. El vacío recinto sólo se adueñó del eco de voces que otros días resultaron compañeras y hoy son parte de la fobia que me produce saberme liberado a la inmensidad de esta noche. Entonces busqué, y busqué entre mis pensamientos relegados al obscuro... hueco duelo por esas tantas ausencias repentinas. Pregunté una, pregunté dos, y pregunté las cien veces lo que nadie podría responder; hasta que ya sin esperar nada te miré en tu no estar cerca y comprendí que nada debería aguardar en noches como esta, y que tu presencia sólo justifica la endeble sensación de cosa por venir y la dudosa veracidad de las voces que hoy ausentes se perciben con tenacidad.Y entonces te digo un secreto. Yo tampoco estoy, soy parte de los que se fueron y dejaron a la noche desnuda de sueños por justificar lo que nadie podría, el miedo a mirarnos cara a cara y sentir que nada de lo que decimos es cierto, que toda nuestra historia es un gran invento, que nunca nos conocimos y que probablemente nunca sepamos si fuimos reales o sólo parte de una ilusión que pretendió ser realidad el tiempo en que estuvimos tan cerca del abismo.

Hoy no estoy, hoy no hay nadie.
Y el silencio...