15 de junio de 2014

Cuando nos volvamos a encontrar

Por Diego Karnoubi


Tu piensas, te piensas, nada, nada es poco pero alcanza a llenar algún espacio; nada es nada pero te explica el por qué de tanta inocencia. No seré correcto, ni el correcto ni el que sigue a la falta de intenciones. La vida; sos y fuiste un espejo que deforma, y por deforme, hermosura. Por distante una posible respuesta al olvido de cada uno de mis pasos.

Cambié y cambiaría nuevamente; muté y mutamos y volvería a cambiar el principio para conocer de qué estás hecha. Pero nada vuelve y nunca fue, (yo lo sé), pasan y pasan y como agua corriendo incansable esas cosas que había se escapan, como su silencio de hace tanto, o como fue su revuelta hace casi instantes. Pasando así fue también quien tu eras, (o vos fuiste), y quien quieras que tu y vos sean volverían a pasar por mi vida como un viento fuerte en pleno verano. En el huequito de su pasado se percibe el silencio que sólo se sabe al postergar el aturdimiento del enojo, luego del soplo fuerte, antes del vacío difícil... casi tanto como vos hubo un amor; casi tanto como yo que sólo dura un poco tiempo. Y lo sabía y lo negaba, al esforzarme, equivocarme, preferirte, esperar y por fin aceptar.

Desgraciadamente nací para esperar (aunque hoy no), te digo y me apresto a quedarme a un lado de tus ojos. En esta diáspora que duró mucho menos que mis ganas, te digo hasta mañana, puesto que no está en mí decir adiós, ni siquiera hasta luego. Yo te digo hasta mañana. Mientras te veo pasar en busca de un color que te haga feliz, yo te digo hasta mañana.