20 de agosto de 2014

A vos ayer

Por Diego Karnoubi


Palabra; es palabra por palabra y letra a letra. Porque sea mi destino esta cosa impredecible no significa nada más que esto. Porque sé que soy un instante ínfimo de carne en esta atmósfera enrarecida de criaturas invisibles al espanto. Nadie se asfixia en su propia sonrisa ni sale a nadar en su pequeña porción de agua potable, al menos no es tan habitual. Somos el inicio del destino que nos dejó pasar sin pensar siquiera en consecuencias. Parte de esta nuez descascarada que no sabe flotar en su forma de barquito. Somos un palo clavado en la tierra indicando hasta donde hay que llegar, o un espantapájaros ahuyentando vida.

Nos conocimos en un campo lleno de piedras, cuando éramos rebaño y nos guiaban a las pasturas del tercer piso. Te conocí mucho antes que notaras mi presencia, ya olía tu rabo cuando siquiera sabías que eras de mi parte de la ladera. Nos conocimos a la mitad, sin demasiado detalle, sin demasiado nada. No sabías mi nombre, o cara, o altura. No sabías nada de mi (y tampoco lo supiste) hasta que al fin un día nos dieron la libertad de buscar las propias líneas amarillas pintadas en el suelo. Y a cumplir los mandamientos fuimos, a apoderarnos del indiferente destino cumpliendo los sueños de rebaño olvidado. Así lo hicimos; así empecé a creer que simplemente era el mandato silencioso, que a esto nos debíamos y el mundo nos debía a nosotros este espacio dividido en dos ambientes con vista al contrafrente. Pero quizás pensé que me debía algo más; muchos sueños que dibujaba de reojo, un jardín adonde recostarnos alguna feliz vez. Y de tanto debernos me perdí en vanidades, me hundí en mi cordura, me enredé de colores brillantes, una idea imposible y la estúpida creencia que si uno cumplía con cada sonrisa el destino se acomodaría de este lado.

Te conocí como rebaño, te recordé casi hasta el olvido, me preparé a morir el nuevo invierno entusiasmado de displicencia; y me morí un par de veces de miedo, un par de ausencia, una de tristeza cuando la vi alejarse y una de nuevo amor cuando vi tu sonrisa desplomarse frente a mí.

Yo sé muchas cosas, de mi cada parte y sus pequeñeces, lo ínfimo, lo austero, lo escondido y cada debilidad. Hasta el terror de mí conozco. Del resto, lo que quiere que sepa supongo y un poco de lo que no dicen pero trato de adivinar. No sé... aunque creo me confundo, es saber lo que no sé aún o es creer saberlo. Como ahora mismo, creo saber lo que pasa y lo digo, pero claro tengo que a la par viven mis errores.

Cuál será el error y cual el acierto entonces? Adónde tendré que buscarte esta vez? Habrá un sitio? Habrá que buscarte o pasaste a formar parte de las palabras destinadas a algún cajón, en las hojas del fondo, el la esquina más alejada de la luz?

Lógicamente sé que camino tambaleante (pero que nadie se entere, me evita el cansancio del esfuerzo, me evita agitar el mundo, mover la tierra, obligarme a hacer que todos tambaleen también). Sé que camino expectante (y de esto que se enteren así te cuentan). Porque en mis expectativas estás vos adherida como un aguijón al tronco, que con fuerza se quita pero es imposible que no notes que alguna vez estuvo allí siendo parte de un gran árbol, ese que hubiera querido que tengamos en nuestro jardín imaginario, detrás de los eucaliptos, entre el acer y el cerezo, una tarde recostados, creyendo una verdad, la idea de tus ojos impregnando de ausencia el presente de este fondo talado de intenciones.

Entonces, una idea, un destello ahora nace en la sístole repentina que impulsa lo que fueras. No te estoy buscando a vos hoy. Te estoy buscando ayer; busco el pasado del día en tu sonrisa. Ya lo sé, es una cuestión de lógica, dejaste de existir; hay otra persona con tus gestos. Y yo te busco a vos ayer cuando creías que yo era ayer. Y no parás de volver vos hoy llena de espacios vacíos y los restos de un destino que me vive como ausente. No sé que pudiera decir. Cada palabra te construye. Cada silencio te permite caminar. Yo congelado de voluntad, fracasado de convicción, con un machete en el bolsillo de lo que debía ser mi punto cardinal. Será entonces que cuando amanezca o cuando llegue la primavera volverá a brotar de las yemas de mis dedos otra flor, una más clara y sabia, aquella que sepa que en el silencio viven más verdades que en tanto palabrerío... y no digo que me guste... y no creo que lo acepte.

Mientras, en el invierno de mis creencias me decido a partir yo hoy, el yo que siempre pretende. Porque este mundo nada nos debe, no hay una sola vida que nos deba algo. Seremos esto, tiempo, conciencia de transcurso, estela sobre la tierra cruda; y al tiempo que el sol cocina nuestras sonrisas habremos de esperar en silencio la última lluvia que moje nuestras hojas destinadas a partir.




* La palabra machete está utilizada con el significado coloquial que se le da en Argentina.
   RAE: m. coloq. Arg. y Col. chuleta (‖ apunte para usarlo disimuladamente en los exámenes).