22 de diciembre de 2014

Sin demasiada poesía

Por Diego Karnoubi

Hay días, días como hoy, que quisiera meter la cabeza bajo tierra, o mejor aún, no tener cabeza, y tal vez ni cuerpo... ni cara ni sueños, ni pausas, más silencios, tener muchas muertes juntas y que todas me alejen y me tiren al olvido más inmenso que se pueda imaginar. Noches tan claras, con su voz y su sonrisa que me arrancan de lo grato y me detienen en el mismo final cada segundo. Son noches sin deseo, sin ilusión, sin comprensión ni psicología posible. Momentos en los que quisiera no ser, como hoy, como esta noche, como un no ser grande, gigante, un desaparecer lleno de luces al estilo Las Vegas. Un desvanecerme en el aire y explotar como fuego artificial. Y festejar mi nunca más con aplauso cerrado vivando mi para siempre huída...

o sencillamente...

desaparecer para siempre
una noche como hoy
sin fin ni tus ojos


Recién llegado



8 de diciembre de 2014



o será que lo que vale no está en el alma o en la sonrisa...
o será que ya no me alcanza lo que me queda en este viaje por la vida...

y extrañamente la única palabra que surge en mí al escucharte es perdón.




2 de diciembre de 2014

Sentido opuesto
Por Diego Karnoubi

Es que a veces uno va por la calle, manejando del lado que corresponde, y de pronto te das cuenta que a esa calle le cambiaron el sentido, así de golpe, casi en segundos y sin avisar; y te encontrás de contramano sin saber si frenar o seguir hasta ubicar una salida segura. Mirás para un lado, mirás para el otro, preguntás sin esperar respuestas cuestiones que a nadie interesan. Volvés a mirar para un lado, después a otro punto lejano; entonces sencillamente dejás que el tiempo pase sin cuestionar nada más. De contramano, así de golpe, sin que siquiera lo noten. Así cambia el sentido de las cosas, sin formularios de reclamo y sin atención al cliente; y con la única noción de saberse equivocado al momento de volver por una calle que dirige hacia el lado opuesto de las cosas.



1 de diciembre de 2014

Por Diego Karnoubi


Y si alguna vez brilló,
y si alguna vez soñé,
y por si acaso hubiera quedado algo,

o este odio disolviera culpas, poco odio, casi nada...

brilla en amarillo sulfuro, pero brilla,
la muerte del orgullo, pero brilla y muere,
en el ocaso, en la caída y algún regreso;

luego está el triste, llanto y atraganto,

nudo en la garganta en el cuello y la barriga
brilla el canto de lo oscuro que es mi sueño
mientras la culpa se come de a uno en este mundo

y habrá un después que será antes de un final

un final que será la nada misma en blanco y negro
ni amarillos brillando, ni estrellas protectoras, ni tu mirada,
cuando quiebran los cimientos del latido que nos acompaña;

seremos la nimia expresión de vida, lo que nos debimos, quizás,

pues te hubiera perseguido a otros mundos, reencarnando,
bajo el mar entre moluscos y crustáceos, en las nubes,
entre estrellas amarillas, entre cielos azul oscuro, en la tierra;

y sin embargo esta mañana nací para recordarlo.