10 de noviembre de 2011

Por Diego Karnoubi


Subyacente a la claridad de las palabras, cerca de la historia que nos une y pretende ignorar las preguntas se arrastra, se arrastra el color con el que pintamos el camino, se revuelve en el piso, se revuelca en el estómago aplacando las sonrisas porque si, porque preferimos desentender la libertad de los latidos que preceden nuestras vidas y que seguirán allí mucho después de habernos ido. Declarado culpable de ignorancia me detengo a decidir las palabras que debería haber enunciado... Pero elegí otras y otras fueron las miradas. Consecuente a mi silencio sólo la vida surgiendo entre el desconsuelo de saber que ya nadie es lo mismo. Y cuando todos miren diferente habré aprendido quien soy, lo que nadie quisiera, la inevitable sensación de haber mutado en el desencuentro de su alma.

6 de noviembre de 2011

Necesidad

Por Diego Karnoubi

Necesitar una creencia para sobrevivir a tanta vida es parte del poco sentido de estar en este lugar. Necesitar saber rumbos, caminos y horizontes podrá silenciar el temblor aunque nunca sepultar la incertidumbre que camina junto a nuestra sombra y casi sobre los pasos que pretendemos dejar olvidados. Necesitar, de eso se trata parece; no es una preferencia, no es un deseo ni una petición del organismo. Es miedo a, es una línea que divide lo que fue y aquello que puede haber sido. Temor a pisar en el vacío que aunque lo neguemos allí estará. Creencias para salvar nuestras almas del remolino semántico en el que ha caído, detrás del lenguaje que construye nuestros días, pasando las reglas que imponemos para poder convivir y después... Siempre el después viene con el mismo silencio y nuestra conciencia solitaria que acepta aún pretendiendo indiferencia las razones por las cuales decidimos obedecer al miedo.

Necesitar parte de las cosas, necesitar estar dentro de algún sitio, necesitar menos distancia y apegarnos al destino que comienza a partirse bajo las plantas de los pies. Necesitar sin poder siquiera luchar contra nuestra voluntad, por desespero, por adicción, por la finitud de cada cosa en este mundo que incluso eternizada en nuestras almas dejarán de ser al compás de nuestro propio silencio.