24 de junio de 2010

El fin y final

Por Diego Karnoubi

Son, porque son
yo lo aseguro
el sol la luz tu cuerpo y demás
el fin y final de quien fuera y seré
el fin porque son y tal vez seguirá
de aquel que alguna vez pretendió y nada pudo
serán del ocaso el principio pero al fin el principio de todo
y si fuera otra cosa, tal vez, pero nada importaría de otro modo

son, porque son y lo digo,
yo sé cuando digo las cosas, no miento,
lo suave que muestra el perfil de tus pasos
el fin y final de caminos inciertos
pues quien podría dudar, yo lo aseguro,
mas quién podría esperar otra cosa del futuro
si es que al fin del silencio, cuando ya nadie decía
fue tu voz la que callaba pero no así tu sonrisa

entonces, son porque son
el color tus pies y algún cuento equivocado
es así yo lo digo y es cierto
transitando el camino del fin, el final
será el turno en la luz tus manos lo que ocurra
de esperanza que esquive aquello aprehendido
si te espero o te encuentro es lo mismo
porque será al fin tu voz la que calla,

juntos en silencio, detrás del ruido, estaremos.










15 de junio de 2010

La Guacha - Revista de poesía

Salió una nota en la que me hacen un pequeño cuestionario en la revista de poesía La Guacha. También publican un par de poemas incluidos en mi último libro. Es el número 33 de la revista en su decimotercer año. Desde ya les estoy más que agradecido. La Guacha siempre apoyando a la poesía y a aquellos que somos amantes de este género. Si tienen la posibilidad de comprarla no se van a arrepentir. Hay muchos poetas nuevos que no siempre tienen lugar en medios más grandes o en revistas de poesía más abocadas a los clásicos que a los que están surgiendo. La Guacha en cada número nos acerca muchas de esas voces. brindo por eso, y les agradezco el que me hayan incluido en este número.

6 de junio de 2010

Preferir

Jubilé los sueños, unas cuantas mentiras, dos o tres miedos importantes y decidí resignarme a vivir aceptando mi parte incómoda. Retiré del camino la historia inútil, recuerdos de dudosa procedencia, verdades adquiridas a través de los años y de tan poca utilidad como certezas. Volví a escribir tu nombre, lo escribí unas cuantas veces, volví a escribir el de ellos y aprendí a tachar el mío. Dejé pasar las horas, me obligué a llegar tarde. Te nombré después de todo, te llamé y ya no viniste. Esperé como antes lo hacía y también aprendí a esperar de otras maneras pero aún así no supe encontrarte o el tiempo no fue suficiente (o tal vez te encontrarás entre aquellos olvidados). Pasé a retiro la esperanza y sólo espero que no vuelva. Dejé en parte las sonrisas, algo que parece alegría. Dejé lo que no pude quitar también porque está muy pegado y no sale. Y dejé de callar porque el silencio no perdona; entonces preferí tu voz a la mía, el sonido de tu respiración a mi aire, tus pasos por llegar al certero cascabelear del bruxismo exacerbado por las noches. Preferí esperar, ser paciente, olvidarme de casi todo y creer que seré capaz de recordarte cuando ya nadie aquí quede. Y cuando trate de entender el significado de la alegría no habré de arrepentirme si descubro en tu sonrisa la explicación de parte de esa espera.