13 de febrero de 2012

Forma de contar

Por Diego Karnoubi

Están los que piensan que la poesía sólo habla de amor, y desparramando cada palabra aprendida referente al sentimiento hacen tremendo zafarrancho meloso, y hablan de corazones, unicornios, desesperaciones, imposibles vidas sin su compañía... y puedo decirles que hasta a veces he sentido en el paladar el exceso de dulzor tan solo con ojear esas palabras agrupadas en un mismo renglón. No quisiera criticar o cercenar la libertad de contar sus sentimientos, pero sí trato de explicar lo que siento al leerlos y no siempre les resultaría agradable lo que pueda decir.

Ahora, dicho esto, caigo al suelo de golpe al sentir inmensa necesidad de contar algo del amor, decir lo que siento igual que ellos, pero pequeña encrucijada es el sitio en el que me encuentro luego de explicado lo anterior. Y de qué manera entonces puedo decir, contar, contarte lo que en tus ojos mi espíritu refleja. Como habré de decirlo sin caer en contradicción, deterioro de mi inexistente prestigio al que estoy decidido a defender a muerte.

Busqué palabras, diferentes modos, traté de investigar las diferentes técnicas poéticas para imprimirle técnica a esas palabras... pero nada, siempre en el mismo lugar. Y si hablaba de tu piel resulta que surgía posteriormente la palabra suave, y si pensaba en tu boca surgía un allí quisiera quedarme a vivir el resto de mi muerte. Que vergüenza haber criticado tanto a aquellos que sólo pretendían hablar de amor, y no saber como escapar de este embrollo. Y pensé, y busqué, inventé lo que pude y fracasé en cada intento. Entre la espada y la pared, o mejor dicho, entre la contradicción y el desprestigio.

Pues bien, ya si solución mi decisión sólo se hamaca entre el silencio y una forma de decir las cosas que casi siempre me molesta, pero en este caso...

Te amo.



8 de febrero de 2012

Lugar

Por Diego Karnoubi


Estamos en el lugar correcto, tal vez en el momento preciso, queriendo creer en la ilusión certera con la mirada atiborrada de palabras, poesías que no serán ni quisieran, visiones borrosas, de principios que algún día culminan pero por iniciado nos llena de tal veces que empiezan a apagarse al unísono. Canon de súplicas al destino cuando sabemos por experiencia que en el porcentaje de los logros se echan a morir la mayoría de los quisiera.

Pero este es el lugar, por suerte es este lugar tan cerca. Aquí y después, condicionante de los próximos días que en tu compañía huelen a futuro pisoteando mis propias mañanas, la de hoy las de ayeres y todas las que deben haber sido parte de una vida que no suelo reconocer. Nací amnesia. Mi vida amnesia. Ayer ya no hay nada, ni en mi antes, ni en aquello que supusiera un lugar al que llegaría.