30 de junio de 2009

En el ahora de mi ánimo

Por Diego Karnoubi

Tal vez debí presentarla, contar su mirada o lo posible de una caricia suya. Tal vez digo, porque decidí guardarla para mí y no compartirla. Y en el temeroso tal vez se esconde la entera belleza de las cosas. Estaba el mundo antes, y también el que la sigue como una estela de colores y silencios. Y trato de no esconder la verdad, saber de la cautela, que toda esta vida es un gran ahora y que no siempre nos sonríe. Pero ella sí y es todo lo que voy a decir. Está la vida antes y estará la que viene después, con sus latidos que intimidan, con el futuro que quede y que no podrá ser el mismo desde el momento de sus manos.

Tal vez debí presentarla, pero no. Decidí guardarla para mí, soñarla, seguir pensando que es real hasta que su luz decida despertarme.

29 de junio de 2009

Más allá

Por Diego Karnoubi

Después del mar continentes
de la tierra otras cosas
de tus ojos vengo yo
en tu gravedad arrastrado
deambulando los silencios


estrechamente ligados entre sí


mas allá estará el pasado
el que olvido y no me asusta
y después no habrá más nada
por tus ojos que me arrastran
develando su alegría.

25 de junio de 2009

Miguel Rosenzvit - Testamento




A mi fin
Eviten la madera
Olviden la ceniza
Nada de mármol
Compáctenme
Háganme baldosa
Pónganme en su casa
De contrabando

A sus pies
Seguiré muriendo


Miguel Rosenzvit
Argentino - Contemporaneo

22 de junio de 2009

Piedad Bonnett - Tu nombre


Cuando el dolor ha triturado ya el último hueso de mi noche
y sólo habla el silencio al corazón insomne que hila y deshila penas y memorias
viene tu nombre hasta mi cuarto a oscuras.
Con un galope seco viene tu nombre abriendo un camino entre nieblas
instaurando sus voces sus redobles
sus erres que retumban como un grito de guerra
su bronco acento de campana rota.
Tu nombre es tantas cosas:
el recuerdo de un barco que viene de ultramar y sus tercos marinos
el fuego entre la piedra
gota roja
que va tiñendo la pared del alba.
En él puede escucharse la vos de los que creen
con mística implacable y fe colérica.
Pero es también dulzura tu nombre
muro blanco donde mi mano traza los signos del sosiego
lugar donde recuesto mi cabeza.
Entre tu nombre y tú sin embargo un silencio
una grieta nocturna donde anidan los pájaros.

Piedad Bonnett
(Colombia - 1951)

20 de junio de 2009

Llegué a creer

Por Diego Karnoubi

Llegué a creer en su mirada
tanto así que me asusté y quité la vista
para sólo enmudecer y contemplarla un rato más.

18 de junio de 2009

Demasiada presión


Por Diego Karnoubi

De noche, en el sillón, sentado y esperando. A pesar del consejo decidí abrir la botella de vino; y a pesar también de lo conveniente encendí un cigarro marca calle. Todavía no ceno y no sé si quiero. Por ahora música, solamente; y espero. Pienso en la letra de la canción y me siento protagonista, siempre me sentí identificado con lo que dice. Sólo espero, una estéril forma de esperar. Me sobran palabras absurdas pero me faltan las que debo. Tal vez sea este el destino y aún no me haya dado cuenta; y la historia empieza del mismo modo que termina. Sin certezas voy dando sorbos al vino, pitadas al cigarro, silencios a la espera. De a poco me voy dando cuenta que nada sucede, que las noches sólo traen silencios, que no habrá cena aunque la noche se extienda hasta la madrugada. Y que seguiré esperando porque nací para eso y nadie tendrá más paciencia que yo. Una vida entera destinada a esperar, fabricante de hermosas ilusiones, diferente al resto pero con tantas ganas de parecerme. Entonces, como efecto colateral el vino trae a la temida valentía en soledad. Me imagino declaraciones enteras de todo lo que creo y siento y pienso de forma tan desordenada. Me imagino inciertos futuros en el mismo sillón que me mantiene inmóvil. Imagino su mirada. Imagino felicidad y de pronto me siento feliz. Por algún motivo incierto esa mirada me hace sentir feliz por más imaginada que sea. Algo en la cordura está fallando tal vez, o siempre, pero espero. Y si vuelve su mirada esta noche aquí estaré para encontrarla. Es que aún no entiendo en qué estarán pensando cuando suponen lo que seguramente debería estar pensando. Es sólo una sonrisa. Es solo esa alegría.

16 de junio de 2009

Nick Drake (16/06/2009)

por Martín Sassone



Por Martín Sassone
(http://malbecblues.blogspot.com)

Un poeta del siglo XIX fuera de su época. Un romántico, melancólico y depresivo. La guitarra. Siempre había una guitarra cerca de él. Esparcía desenfrenado hojas de papel en su antiguo escritorio victoriano. Garabateaba frases otoñales y su pluma paría las más sutiles palabras. Es curioso que a Nick Drake no se lo ubique en el mismo lugar que a Cobain, Hendrix, Janis, Brian Jones o Jim Morrison. Todos tienen en común que murieron a los 27. Nick Drake ni siquiera llegó a esa edad. Murió de una sobredosis de pastillas antidepresivas poco antes de cumplirlos.

Las letras de sus canciones fueron siempre un abanico lírico. Apenas tres discos oficiales editados: Five Leaves Left (1969), Bryter Layetr (1970) y Pink Moon (1972). Lo descubrió Joe Boyd, el mismo tipo que llevó de gira a Muddy Waters a Gran Bretaña, que produjo el primer single de Pink Floyd y le dio color y forma a la psicodelia inglesa de los sesenta.

El trabajo de su padre hizo que Nick Drake naciera muy lejos de Inglaterra, en Birmania, unos años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Durante los sesenta estudió literatura inglesa en Cambridge y extendió su pasión por la música perfeccionándose con la guitarra, el piano, el saxo y el clarinete. Pero las letras le brotaban. Si hasta tenía nombre de poeta. Leía a William Blake y a Henry Vaughan. Escuchaba a Bob Dylan, Josh White, Leonard Cohen y Fairport Convention.

La muerte le llegó muy rápido, pero él la esperaba. Ya en su primer disco, Five Leaves Left, la canción Fruit Tree dice: “La fama no es sino un árbol frutal / tan enfermizo que nunca florece / hasta que su tronco está en el suelo (…) / Seguro en tu lugar bajo tierra / entonces sabrán lo valioso que eras”. Drake era depresivo y sufría insomnio y abruptas crisis nerviosas. Luego de su muerte la Justicia falló que se había suicidado, pero su familia considera que fue un accidente. Lo cierto es que Drake estaba más en otro mundo que en esté, aunque algunos se nieguen a admitirlo.

Hoy es un artista de culto, un personaje que trascendió a su muerte y que se mantiene lejos del circuito comercial. Su vida se resume en sus discos y sus canciones. Y también en sus seguidores: R.E.M, John Martyn, The Cure, Peter Weller, Elliot Smith y hasta Norah Jones, que versionó Day is done. La magia de Nick Drake vive cada vez que alguien le da play a alguno de esos álbumes.


15 de junio de 2009

Alejandra Pizarnik - Cuarto solo



Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.


Alejandra Pizarnik
Buenos Aires
1936-1972
























Giuseppe Ungaretti - Poesía


Los días y las noches
suenan
en estos nervios míos
de arpa

vivo de esta alegría
enferma de universo
y sufro
por no saberla
encender
en mis palabras.


Giuseppe Ungaretti
Alejandría (1888- Milan 1970)

Pablo Neruda... y un clásico


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como el pasto al rocío.

Que importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro, será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda
Chile (1904-1973)



14 de junio de 2009

Vinicius de Moraes - Poética


De mañana oscurezco
De día tardo
De tarde anochezco
De noche ardo.

Al oeste la muerte
Contra quien vivo
Del sur cautivo
El este mi norte.

Otros que cuenten
Paso por paso:
Yo muerto ayer

Nazco mañana
Ando donde hay espacio
-Mi tiempo es cuándo

Viniciud de Moraes
Brasil (1913-1980)

Lo que es

Por Diego Karnoubi

No sabrás lo que es sonreír hasta que sonrías
ni sentir libertad hasta que seas libre,

de la memoria, de la presencia, de la ilusión
al devenir de los días y lo que en ellos habite
libre de culpa, de prejuicios, de testigos innecesarios.

No sabrás de tu vida hasta que sea tuya
ni sabrás el color hasta que abras los ojos,

en tus manos la verdad desnuda, y tu camino
la única verdad del trayecto que te ha acercado
ensombreciendo de silencios un cúmulo de pasos,

que te abandonan muy cerca de tu próximo paso
en donde habrá un sendero, una sonrisa, un lugar adonde ir.

Desoñando


Por Diego Karnoubi


En el final de la utopía que hoy se acerca, con el cuerpo derrumbado me siento a esperar lo que nunca tuve, aquello que de tan esquivo parece irreal, ilusorio. Hoy, en este decreto del final de lo imposible descubro el reflejo de mis sueños que creyeron perderse en ignotas miradas que tan poco tienen de mías. Porque en este extraño pasaje de la vida, adonde hay quienes prefieren oscurecer a la luz de la luna, no estoy dispuesto a dejar que me arrastren a lo oscuro de sus almas. Soy, por sobre todas las cosas, el que habrá de encontrar un alma intacta en la debacle de las aspiraciones más ridículas. Seré el abandono de sus desesperanzas, la sonrisa de los desquiciados, el abrazo de quienes ya no tienen más nada que dar. Pretenderé que me veas para que finjas tu rechazo, desfile del orgullo que lastima.

Por cierto, en este final de la última utopía de mi vida te veo de reojo y ya no encuentro más que silencio. Y no es que esté triste, ni extrañado. Sólo pienso en este error de creer que alguna idea, de esas tan raras que cada tanto tengo, pueda ser realizada aunque sea un medio segundo. Es que ya no tengo forma de retener una sola esperanza antes que se estrelle contra lo áspero y real de esta noche. Es que estoy cansado y tengo ganas de callar. Es que sueño más de lo que vivo. Es que no puedo dejar de subir esta escalera. Y aquí está todo tan tranquilo. En el borde de la verdad, a destiempo de cada vida posible; estoy cansado y esperando.

10 de junio de 2009

Pregunta

Por Diego Karnoubi

Quisiera preguntarte sólo a vos
escuchar tu pulso tensionado,
pero resulta que vendrán otras voces a responderme;

¿ y cómo podría ser lo mismo ?

7 de junio de 2009

Jaula

Por Diego Karnoubi

Aquí desde la jaula,
el encierro voluntario de mis gestos
pretendido olvido de mis sueños,
desde la jaula te envío mi señal
un auxilio, indicio de posibles,
ilusión, calma y libertad,
tan pocas pretensiones,

tal vez una mirada,
una sonrisa,
y nada más.

1 de junio de 2009

Fernando Pessoa - Fragmentos de "La tabaquería"




No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones de gente que nadie sabe
quién es
(y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?),
dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente,
a una calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, evidente, desconocidamente evidente,
con el misterio de las cosas por lo bajo de las piedras y los seres,
con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres,
con el Destino conduciendo el carro de todo por la carretera de nada....


...


El mundo es para quien nace para conquistarlo
y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
He soñado más que lo que hizo Napoleón.
He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo,
he pensado en secreto filosofías que ningún Kant ha escrito.
Pero soy, y quizá lo sea siempre, el de la buhardilla,
aunque no viva en ella;

seré siempre el que no ha nacido para eso;
seré siempre el que tenía condiciones;
seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una pared sin puerta
y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Derrámame la naturaleza sobre mi cabeza ardiente
su sol, su lluvia, el viento que tropieza en mi cabello,
y lo demás que venga si viene, o tiene que venir, o que no venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama;
pero nos despertamos y es opaco,
nos levantamos y es ajeno,
salimos de casa y es la tierra entera,
y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido...


...


Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad.
Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme
y no tuviese otra fraternidad con las cosas

que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle
la fila de vagones de un tren, y una partida pintada
desde dentro de mi cabeza,
y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos a la ida.
He hecho de mí lo que no sabía,
y lo que podía hacer de mí no lo he hecho.
El disfraz que me puse estaba equivocado.
Me conocieron enseguida como quien no era y no lo desmentí, y me perdí.
Cuando quise quitarme el antifaz,
lo tenía pegado a la cara.
Cuando me lo quité y me miré en el espejo,
ya había envejecido.
Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no me había quitado.
Tiré el antifaz y me dormí en el vestuario
como un perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo
y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime...

Fernando Pessoa
(Portugues / 1888-1935)