24 de mayo de 2009

Preludio de lo que sigue

Por Diego Karnoubi

Sentarse, tener ganas de decir algo pero no saber como. Las veces que hasta no sabemos qué queremos decir, pero está esa necesidad de contar, algo que nos excede y no nos permite caminar por la calle sin hacer temblar cada pensamiento. Y no es posible atormentar con artilugios de ilusionista a la voluntad incontrolada de nuestro revolucionado pensar, ni corriendo desesperado por la calle, ni escondiéndonos detrás de una columna para que no nos encuentre; ni siquiera metiéndonos debajo de la frazada. Allí estará, paciente, perseverante, incómoda.

Entonces, cuando aceptamos que no siempre tenemos la capacidad de traducir esos excesos en palabras, nuestras palabras, buscamos a quien haya logrado trepanar los muros de lo imposible para que cuente por nosotros. Y con humildad debemos aceptar que no siempre tenemos las palabras indicadas para explicar lo que allí aguarda ser contado. Y con admiración hablamos con sus palabras y dejamos al silencio sólo ser interrumpido por sus sonidos...