Por Diego Karnoubi
En el desequilibrio de lo esquivo a la vida habrá tiempo de arrepentirme de ser aquello que no pude evitar. Tendré ganas de llorar por mi incompetencia en todo lo que terminó en yerro y de festejar el haber de mi sonrisa que no encoge en agua tibia.
Podré creer que son tus manos
quererlo por poco
pensarlo inocente
en el último día consciente del "habrá un día"
después será un hueco, vacío, astilla,
pensar, pasar, clavar las uñas, pedir
la carne así se seca, lo arrogante
haber dejado pasar lo más puro
el tropiezo que es cada latido al sujetarte
es que hay errores que no merecen perdón ni castigo;
exijo miles de veces que me respondan, que haya un motivo,
y así explicar o argumentar, como nacen las certezas
ni más verdades desparejas, ni más pretextos consentidos,
que me expliques cómo vale más la estupidez que la locura
indómita la mañana, sucumbiendo ante la luz,
y la luna irrelevante se desliza, se resbala,
como el sueño entre tus alas, deshacido
y eso que era acariciable arrugado, hecho un bollito,
por capricho, por razón o por supuesto merecido.