21 de noviembre de 2014

Por Diego Karnoubi


Recordemos la tarde desnuda retratada en ceniza, el sábado desdichado, tu cuerpo casi perfecto en tu sonrisa casi olvidada. Repitamos un sueño, las palabras tenues de color arco iris; recordemos el tibio palpitar de un abrazo, la alegría de escucharte, la calma al descubrirte a dos pasos de todo lo que buscaba. Y a veces, cuando la memoria es arrasada por nuevas intenciones no logro desenredar las causas de este entierro de sentires. Si tan solo pudiera recordar adonde íbamos. Si aunque sea pudieras insistir en la forma de mirar. A dos pasos estabas. Sólo a dos. Y te esfumaste inexplicable en la desidia de tus olvidos recurrentes.