3 de septiembre de 2014

Esta madrugada

Por Diego Karnoubi


Son suficientes los espacios dejados, midiendo los pasos, invocando a la distancia silenciosa que aja la piel y no logra conformar y es de noche. Y también de calma es, como esa calma espesa que no invita sino exige. Como el anterior paso a la viscosa realidad alejada de lo brillante, de la luz, del incienso perfumado sol canela y paraíso. Ya no estás, y mi suerte ni se asoma. Ni se acerca. Ni se nada de lo lindo de lo suerte de lo ganas de esperar a que regreses de la luz que te seguía. Pero es calma y ni duele ya porque calma solo es eso. No hay más árboles en el parque. Ni recuerdo un desayuno con la idea de este abrazo. Sólo estás ahí mirándome alejada, esperando que me deshaga de olvidos hasta deslizarme por los días que queden aunque sean miles, como en tobogán, al sin gusto de la verdad que un día escribiera: "Todos se van, por algún motivo, nadie espera a nadie, sólo corremos en busca del olvido".

Pero tan lento me alejo que aún podría escuchar tu silueta; y tan larga es esta madrugada que tu voz se partió mucho antes del sueño.