7 de abril de 2017

Nada más que ganas de hablar

Por Diego Karnoubi


Te diseño oscura o como fuera que te recuerde. Pudiste haber sido lo que no se borra y sin embargo el agua resultó erosiva de tus colores pastel. Borraste con el codo lo que nunca hubieses escrito y justo antes de prevalecer tu idea en el imaginario de quienes creían ver en mi el destino pegado a tus ojos te apareciste con aquello que nunca hubiese creído, y aún si no te hubiese conocido lo suficiente me hubiese resultado curioso, extraño. Por suerte tengo esa capacidad de no acordarme de absolutamente nada en esta vida, entonces la gente patina, sus ideales patinan antes que en su espíritu, y mis sueños ya no son sueños ni recuerdos porque ya no sé que soñaba y mis recuerdos se despegan del tiempo. Ni siquiera recuerdo quien era yo al momento de esperarte. Esperar es para los que recuerdan, yo sólo estoy detenido en este sitio tal vez porque alguien debería haber pasado. Hoy contemplo. Hoy te conozco, estoy seguro, y sólo eso será. Estoy observando, y no hay lugar que me resulte familiar esta noche. Ni una cara conocida, ni un olor ni el sabor de la comida. Afortunadamente ni siquiera pretendo recordar.