31 de mayo de 2016

Ruby, my dear

Por Diego Karnoubi


Por fin al decirlo lo limpio, voy a sentarme a esperar aún sin esperanzas. Empiezo a entender quien soy. Aún en climas oscuros con viento que sopla del centro hacia afuera, expulsando, alejando, presumiendo el poder de distanciarse de todos aquellos que infructuosamente quisimos retener hasta que se apagara la mañana. Pero, sabido es, la mañana es opacamente iluminada, desbrillada encandilante repleta de sinfines y sujetos pensamientos que te abalanzan sobre mi hasta el día que deje de ser yo mismo, yo mismo con vos, yo mismo con nadie, sentado a esperar olvidar el único recuerdo que quisiera recordar extrangulando pasados inventados por esta voluntad de responder mi presente indeseado. Y por motivo desconocido Monk y Coltrane te traen de frente, embisten contra mí aplastando aquello que supuse ser, justificación de mis pensamientos, como siempre, al responder sobre tu nombre aquello que no soy, aunque éramos perfectos, aunque dolía, aunque nunca logre entender los pasos que toma la humanidad al relegar la verdad.