24 de diciembre de 2015

Nada más que un relato

Por Diego Karnoubi

Constante permanente caída de un punto a otro de una altura hasta el cada vez más distante aquí, tropezón del destino. No son varias veces, no fueron reiteradas ocasiones sino la misma y única progresión de sucesos, uno tras otro, repetido en tiempo y forma con la misma cara, en los mismos brazos, el mismo invierno de la caída de tu pulso en el olvido. Ya era tarde cuando nos vimos por última vez, cuando te vi por última vez porque vos no me viste. Y te fuiste flotando sobre el suelo, lo recuerdo bien y no es metáfora, no tenía nada de poético el sentir en tu partida. Y te seguiste yendo una y otra vez, repetidamente, insistente e insoportable. Será que todavía espero algo aún estando seguro que hay cosas que no se curan. Es lo mismo, cada día es lo mismo, cada invierno a la noche y el verano ya se ha contagiado. Yo espero, si vos no venís iré yo a buscarte para que me cuentes por qué no llegaste a saludarme. Estoy seguro que hubieras querido despedirte. Como siempre sucede desde que te fuiste, todos se van.