Tanto tiempo esperé que los sueños se secaron. El invierno de los sueños caducos. El tiempo que traté de entender, preguntas que aún cuestionan, palabras ausentes o los sonidos ocultos. Y en este complicado entender cada suceso, la buena noticia es que olvidé quien yo era. Todo en el mismo lugar, todos menos yo. Y si tuviera que decir una sola verdad sólo me queda la conciencia de aquellas ansias de un regreso a una casa que perdí en alguna parte del trayecto. Y si tuviera que elegir una mentira, en mucho se parecería a todo lo que construiré a partir del manifiesto de este yo desencontrado.