2 de febrero de 2011

Verdad inconfundible

Me pregunto cual de todas las verdades es verdad, si la verdad que creyeron los demás, si la verdad que aún considero cierta, o si alguna otra verdad que osadamente personas muy jugadas se atreven a creer. No es mi caso, yo sé que mi verdad es muy cierta por más que haya quienes supongan ignorarla, y no voy a negar que para creerla primero tuve que pasar por largos períodos de desconfianza en otros y diferentes sitios. Confieso, y lo confieso de corazón, que hubieron tiempos en donde mi realidad parecía ser la realidad de otro, no mía, no real y casi increíble. Fueron momentos de zozobra, vacío, de espacio a llenar con hechos fantásticos. Fue cuando el tiempo empezó a correr, cuando me transformé lentamente, como en Metamorfosis, en una especie de incierto ser que ni siquiera sabía el final de la mutación, el destino o conclusión de la humanidad girada hacia... y ni siquiera la dirección "hacia" podría describirse. Más adelante me daría cuenta que nunca se detendría, no cuando empecé a ver los colores, no cuando empecé a sentir sus miradas ni cuando al acercarme a la gente descubría que podía sentir sus temores; pero ese descubrimiento vino mucho después y no estoy interesado en hablar demasiado de ello. Tampoco sé bien si estoy interesado en explicar otras tantas cosas. A veces ni siquiera puedo precisar cual fue mi vida, a quien corresponde mi mirada perdida, a quien el exceso de falta de memoria, a quien el temblor de manos y a quien los setecientos ojos que me salieron en todo el cuerpo. A alguien habré de vigilar, quizás, alguien me habrá perseguido alguna vez. O será que quisiera evitar que otros me vean antes. Tal vez, tal vez, tal vez. Mutando, encerrado, temeroso del mundo. Cual será la verdad si no es la mía. Pobres aquellas personas que la ignoren o ignoren la propia. Cual será la verdad si no es la de ellos... no habrá; ninguna será. Mientras tanto sigo girando, cambiando, mudando pieles en amasado amorfo. Soy yo hasta que no sea y los ojos superen mi cuerpo en una única mirada, en un único ojo como esos insectos molestos que sobrevuelan distantes, que esquivan manos papeles zapatos. Cuando todo se vea, cuando nada se oculte, cuando ya nada sea verdad. No mi verdad. No la verdad de ellos.